Desde mucho antes de Yuri Gagarin -el primero, el papá- cundieron las ideas, los inventos, las nociones, los sueños, las proyecciones: los papeles entregados al futuro. El astronauta no es -de ninguna manera- una novedad. Queremos viajar a otros planetas casi desde que aprendimos a andar en éste. Me preguntan, quieren saber si quiero evadirme de este mundo, ¿no te gusta? Inquieren desde la superficie de sus ojos claros. Los amigos me espetan, "vos has nacido en Rusia, debía llamarse cosmonauta, no astronauta, el disco", y puede que tengan razón. Además vivo en el Apolo (sic). Pongo los puntos: ahí están, por supuesto, los libros: Leonardo, Julio Verne , H.G. Wells, Philip K. Dick, Ray Bradbury, Arthur Clarke, Pierre Boulle (Un detalle, ¿Es éste es el futuro que imaginaron?). Y están los discos y las canciones: Astronauta Tupi, de Pedro Luis e a Parede, donde colabora el genial Lenine, Duran Duran y su refrescante "Astronaut", el traje que a Moby le sienta bien, el modelo 86 de playmobil, el video "Robot" de Telefunken, las transmisiones desde el Challenger, minutos antes del desastre. Space Invaders, Galaxian (en que tengo un record) y los blogs colegas, el proyecto Niño Astronauta, la inevitable electrofilia futurosa de los electrónicos, la Puerta del Sol en Tiahuanaco, los monolitos inmortalizados con lamentables nombres gringos, los megalitos de la Isla de Pascua y el calendario maya. El planetario Max Schreier (¿Alguien sabe quién era ese señor, dónde queda el establecimiento que lo recuerda?), los observatorios desconocidos, los satélites, la eficiente y petulante NASA, con sus aldrins, sus armstrongs -sin trompeta-, sus bruswillis y clinistwuds, jugando a quién la tiene más grande en el espacio exterior, "cielo profundo" aclara don Gonzalo Pereira, el cordial corregidor."Volver al futuro", Doc y Marty Mc Fly, Mafalda y los sifones, Tim Burton y su desfiles de "estrellas" en la hilarante y cagona "Mars Attack" que le pintó bigotes al chauvinismo gringo de un solo brochazo, las "naves interplatanarias" del Chavo del Ocho, el Pirata Alma Negra riendo como Patán en su asteroide de cartón pintado, y su entrañable croma trucho, el planeta imaginado donde tudus hublun usú, hustu ul chupulun culurudu. Revistas que se llaman "Sputnik", diarios nombrados "Planeta" y "Mercurio", myspace (el del Tom de la web, el de John Cusack puteando por que la Angelina se la hizo con Billy Bob Thornton), la entrañable escafandra de Arenita y su casa en el fondo del mar donde Bob Esponja por poco estira la pata, Espartaco y el sol bajo el mar, y hace poco Yinka Shonibare y su serie Double Dress. Por supuesto la angustia existencial, el abandono desolado de los viajes de Pink Floyd y las tapas que… imaginó para las sinfonías conceptuales de Yes, y los no menos cósmicos Génesis, en la buena época, y por supuesto don David Bowie (Stardust, ¿les suena?) y la profunda, maravillosa "Life in Mars". La carta celeste, la astronomía antropomorfa desde los griegos hasta los suecos, el spacerock, Astronauta de Zaragoza, ZZ Sputnik, los fabulosos Zodiac, el primer disco electrónico soviético (electrónica devenida kitsh, pop, cool y chic por obra y gracia de la perestroika).
Y por supuesto Spinetta, capítulo aparte de un acercamiento al cosmos particularmente celebrador de la belleza, la naturaleza y las sensaciones humanas. Ahí están sus "Gabinetes Espaciales" y la inmortal, y todavía enigmática "El Anillo del Capitán Beto". Y no olvidemos a Cerati, cuya "Bocanada" está enclavada en el horizonte en forma constelaciones melódicas alucinantes. La nave de "Puente" en que se lleva a sus cumpas de paseo (fabulosa la idea del doble sol). Y Zoé, con el rocanlover, León Larregui añorando: "en tu planeta me quedé…" y luego "mi nave se averió…" y "montañas trasparentes, anémonas de luz y recuerdos de ti". ¿Qué más se puede pedir del viaje? Lo mismo que de nuestra "residencia en la Tierra", amigos míos: Love, love, love.
Y por supuesto Spinetta, capítulo aparte de un acercamiento al cosmos particularmente celebrador de la belleza, la naturaleza y las sensaciones humanas. Ahí están sus "Gabinetes Espaciales" y la inmortal, y todavía enigmática "El Anillo del Capitán Beto". Y no olvidemos a Cerati, cuya "Bocanada" está enclavada en el horizonte en forma constelaciones melódicas alucinantes. La nave de "Puente" en que se lleva a sus cumpas de paseo (fabulosa la idea del doble sol). Y Zoé, con el rocanlover, León Larregui añorando: "en tu planeta me quedé…" y luego "mi nave se averió…" y "montañas trasparentes, anémonas de luz y recuerdos de ti". ¿Qué más se puede pedir del viaje? Lo mismo que de nuestra "residencia en la Tierra", amigos míos: Love, love, love.
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