PRÓXIMAS TOCADAS

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INGRESO LIBRE

miércoles, 18 de julio de 2007

Una fábula

Aquel día de primavera, el Bosque despertó contentísimo, afirmación ésta que nada tiene de incorrecta si se razona que el Bosque es, en sí mismo, una entidad orgánica, como lo son cada una de sus partes, tallos y fieras, flores y arbustos, insectos y lodazales; a menos claro, que a alguien se le ocurriera edificar allí un bunker, una estación de servicio o cosa parecida, lo cual sería forzar los límites de la estupidez.

Podrán aún protestar, los que sabemos, argumentando que las rocas de la superficie son objetos inertes, y yo replicaré diciendo que el suelo, sea en las forestas amables -como la que nos ocupa- o en las estreñidas ciudades, solo sirve para ir de un sitio a otro, y en las últimas, exclusivamente para no hacer el ridículo.

Decíamos que aquel espléndido día el Bosque -cuya latitud y longitud no revelaremos, pues no es tópico de interés en esta historia y, ya que estamos, el bosque de las fábulas y los cuentos es siempre el mismo-, rebosaba de frescura, y sus criaturas se veían así mismas impelidas por fuerzas ignotas a profesar el amor a sus semejantes, dicho esto sin la menor referencia a las orgías y a los gang-bangs, cochinos de mierda.
En ese espíritu reinante, se encontraban entregados a afable conversa y vago chismorreo la Tortuga, El Mono, El Jabalí, El Alce y El Oso... (leer el cuento completo)

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