Tenía una crónica de mi viaje a Buenos Aires en junio, pero se perdió. Eso nos enseña chicos que no podemos confiar en los flash discs, uesebes o como mierda se llamen. En fin, se salvaron dos "docs" que aquí posteo para beneplácito de los arquéologos del futuro.
Día 8 - Demasiado Evo
No suelo hablar demasiado sin la intervención del whisky. Menos de poesía. Afortunadamente mis atentos anfitriones se encargan de evitarme el engorroso trámite de ponerlos al tanto del panorama de la nueva poesía boliviana (panorama que desconozco), para darme palmaditas en el hombro y hablar de Evo, demasiado Evo: a la hora del asado y de la boga, en la calle, ah!, de Bolivia, Qué cuenta el amigo Evo, Grande Evo, Qué loco Evo, y cómo viven el proceso? y el gas? No suelo ser descortés sin la intervención del whisky. Así que aquí estoy, rodeado de atentas miradas -porteñas, rosarinas, las miradas y sus dueños(as) -, tratando de hacer un curso gratuito y acelerado de Historia de Bolivia modelo 2007, Neo liberalismo y Contraofensiva Social-populista, edición pirata de bolsillo, Manual de los Movimientos Sociales, tomo 1. Sí, es que antes estábamos jodidos, y ahora? Más o menos, mirá vos… y las trasnacionales, el post-colonialismo, las dictaduras, la corrupción, no saben, y el Goni? Un cabrón. Cabrón es algo malo ¡Ah, un sorete! Si, eso, y la miseria y las manifestaciones y los bloqueos y la coca, y la hoja y la altura, che, y la pelota, dobla?
Día 12 - All you need is Folk
En el café Plaza Dorrego, de San Telmo, una dama rubia comparte un café (?) con un grupo de gringos de facha sureña y temple afable (con sombreritos y todo). Una vez tomada posesión de una mesa con vista a Plaza Dorrego, a la espera de la poeta brasileña Angélica Freitas, descubro que la dama blonda resulta ser -luego del searching mental- la mismísima Juana Molina, cuyo “Son” -su cuarto álbum-, vengo curtiendo frenéticamente desde hace unas semanas. Ahora mi ejemplar del cd exhibe firma y dedicatoria de la maestra, robadas con cortesía, a tiempo de enterarme de que los gringos son los mismísimos Vetiver que, ya en la noche, en La Trastienda, mostrarán lo mejor del folk actual: melodías exquisitas sobre una base sólida y paisajística, un cantante expresivo y conmovedor, letras sencillas, casi narrativas, un violero preciso y atento, que pisa la distor muy de vez en vez y guía a una banda que nunca llega al clímax que los rockeros esperamos con un nudo en la garganta, nudo que finalmente se resuelve en una sonrisa relajada, agradecida.
Una hora antes de finalizar el show de Vetiver, terminaba el set de Coiffeur, alias del cantautor porteño Guillermo Alonso, un capo. Lo acompañó una banda minimalista, que matizaba perfectamente la construcción del personaje y el concepto pop de las canciones del solista que, cuando se enfrentó a la audiencia con su viola acústica (nylon) nomás, mostró una solidez impresionante y una personalísima forma de cantar y de tocar la guitarra. Es la fecha del 12 de junio -la única a la que pude asistir- del ciclo Nuevos Aires Folk 07, “curado” por Juana Molina y que muestra lo mejor del folk argentino contemporáneo; un folk que se constituye en la avant-garde de la música que se hace allá, y que incluye loops, samples, quenas, ronrocos y xilofones, sin asco.
Ya casi es hora de volver. Apenas unas últimas impresiones: taxista fan de Evo, desayuno en Flores en la casa De Napoli, despedidas, atracón de pelis malas, sueño stereo, en La Quiaca, como personajes de otra crónica, el Dedeco y el Coco Bedregal comenzando su aryentain adventure: abrazos, suerte hermano, promesas de mail y buenas ondas, frontera, tren, nuevo atracón de pelis malas, pique macho, lago, pariwanas y el enorme cielo de Oruro guiñando el ojo de viento.
En el café Plaza Dorrego, de San Telmo, una dama rubia comparte un café (?) con un grupo de gringos de facha sureña y temple afable (con sombreritos y todo). Una vez tomada posesión de una mesa con vista a Plaza Dorrego, a la espera de la poeta brasileña Angélica Freitas, descubro que la dama blonda resulta ser -luego del searching mental- la mismísima Juana Molina, cuyo “Son” -su cuarto álbum-, vengo curtiendo frenéticamente desde hace unas semanas. Ahora mi ejemplar del cd exhibe firma y dedicatoria de la maestra, robadas con cortesía, a tiempo de enterarme de que los gringos son los mismísimos Vetiver que, ya en la noche, en La Trastienda, mostrarán lo mejor del folk actual: melodías exquisitas sobre una base sólida y paisajística, un cantante expresivo y conmovedor, letras sencillas, casi narrativas, un violero preciso y atento, que pisa la distor muy de vez en vez y guía a una banda que nunca llega al clímax que los rockeros esperamos con un nudo en la garganta, nudo que finalmente se resuelve en una sonrisa relajada, agradecida.
Una hora antes de finalizar el show de Vetiver, terminaba el set de Coiffeur, alias del cantautor porteño Guillermo Alonso, un capo. Lo acompañó una banda minimalista, que matizaba perfectamente la construcción del personaje y el concepto pop de las canciones del solista que, cuando se enfrentó a la audiencia con su viola acústica (nylon) nomás, mostró una solidez impresionante y una personalísima forma de cantar y de tocar la guitarra. Es la fecha del 12 de junio -la única a la que pude asistir- del ciclo Nuevos Aires Folk 07, “curado” por Juana Molina y que muestra lo mejor del folk argentino contemporáneo; un folk que se constituye en la avant-garde de la música que se hace allá, y que incluye loops, samples, quenas, ronrocos y xilofones, sin asco.
Ya casi es hora de volver. Apenas unas últimas impresiones: taxista fan de Evo, desayuno en Flores en la casa De Napoli, despedidas, atracón de pelis malas, sueño stereo, en La Quiaca, como personajes de otra crónica, el Dedeco y el Coco Bedregal comenzando su aryentain adventure: abrazos, suerte hermano, promesas de mail y buenas ondas, frontera, tren, nuevo atracón de pelis malas, pique macho, lago, pariwanas y el enorme cielo de Oruro guiñando el ojo de viento.
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