2. Rigoberto Guevara: “En esta existencia absurda el pensamiento se asombra y sufre angustiosamente”. El horror de la conciencia. Conciencia que certifica -a través de la memoria y estados de continuidad en el espacio y el tiempo- la “residencia en la Tierra” (P. Neruda) y al mismo tiempo mortifica, castra, reprime, “paraliza el cuerpo pues solo puede ver en la vida sarcasmo” (más Guevara), aturde con el dolor intrínseco a la relación del hombre con el mundo (la sociedad, sus convenciones morales, sus construcciones culturales).
3. En la antigüedad se admiraba al poeta porque hablaba (cantaba) acerca de lo que el común de los hombres temía confrontar: los dioses, la naturaleza (terrena, divina, humana), la muerte. El hombre que canta a la muerte acaso también la conjura, la aleja, la enfrenta, la vence. El hombre que canta sin tapujos, comparte sus miedos, publica los recintos más oscuros de su propia existencia y pensamientos: da tuca, mete miedo por que no hay por donde atacarle, no tiene secretos: no tiene debilidades. Tal vez por eso los parroquianos se complacían en sacarles la mierda a Poe y a Bukowski en las cantinas.
4. Antonin Artaud, “el único poeta oscuro de la Francia surrealista y dicharachera”, según el compadre Cristian de Napoli, vivió una irrestricta -y necrofílica- relación con su literatura, ahondado en su propia miseria –humana, financiera-, denuncia al mundo y sus vicios, al sistema y sus títeres, al poder y sus engendros, desde el fondo del tacho de la basura, donde, a su vez, es omnipotente, intocable, nadie puede con él. Esta neurosis de la decadencia, de la podredumbre, acecha en cada escrito. El gran Artaud, en una carta a Jean Paulhan, pregunta: “¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde para la resurrección y el amarillo para la descomposición, la decadencia?”, y esta pesquisa es tomada a pecho cincuenta años más tarde por Luis Alberto Spinetta (que usa la cita en el arte, revolucionario para el vinilo en 1972) en el último disco de Pescado Rabioso (en realidad es el primero solista de Spinetta) al que nombra Artaud, desatando en Argentina “lo que la revista Algún Día llamó en 1974, la onda Artaud” (Rolling Stone, abril 2007).
5. ¿Sabían que (El) Pesanervios es el nombre de un libro de Antonin Artaud? O sea, men, alguien tenía que contarlo.
6. El rock y su -enfermiza- fijación con la muerte. No abundemos en ejemplos, baste recordar One de Metallica (que sigue más o menos así: Tu-ri ru- ru / Tu-ri-ru-ru- rú / Tu-ri-ru-ru… etc.). ¿Quién canta sobre un hombre sin brazos y sin piernas, producto de la horrible guerra de trincheras (la Primera), o se obsesiona con la descomposición, los vampiros, las guerras del futuro, la soledad del ser, el suicidio, los cadáveres y la destrucción? Déjenme responderles: los rockeros. Podría pensarse -como en efecto piensan los profesores, psicólogos institucionalizados, padres de familia y periodistas de luca- que el rock crea una pulsión de muerte en los jóvenes. Lo que no sabría como explicarle a toda esta gente es que en realidad el rock es lo que los mantiene vivos.
7. De una vez por todas Marilyn Manson NO tiene la culpa.
8. Se trata simplemente de un joven perturbado y muy hábil para los negocios.
9. El psicoanálisis distingue a la pulsión de muerte (thanatos) como primordial y fundacional de la subjetividad en el individuo. Esta pulsión esta presente a lo largo del desarrollo de todo ser humano y es tan fuerte como la pulsión de vida (eros).
10. Esta especial relación (no en vano Freud les pone nombrecitos griegos), es esencial al phatos de la tragedia (griega clásica y posterior). La fórmula funcionó durante siglos y siglos de dramaturgia. Según estos postulados, una tragedia implica un amor tormentoso cuya resolución cabal es necesariamente la muerte de -al menos- el sesenta por ciento de los protagonistas. No se deje engañar.
11. Escribe Virgilio Piñera, en el poema Alocución contra los Necrófilos: “De una vez y por todas ¡a la mierda la muerte!”. La muerte es, en este caso, “una manera como tantas de infundir terror”. Continúa el agudo Piñera: “No practiquemos el culto de los muertos / ¿acaso podemos pedirles / que practiquen el culto de los vivos?”. Y no deja de tener razón. ¿Pueden los muertos entablar relación con nosotros?. Esto sugiere un nuevo tema: las manifestaciones de la muerte. Los fantasmas.
12. Borges afirma que un fantasma "es un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez ... ”. La frase sale también al inicio de la peli de Guillermo del Toro El Espinazo del Diablo, que es pa’ cagarse de miedo. Cortázar va mucho más allá y uno de sus cuentosle propina una patada en el estómago a un fantasma. Dolina escribe todo un libro por encargo de un fantasma que termina estafándolo. Dorian Gray ¿no era acaso un fantasma que se resistía a su propia muerte? El papá de Hamlet es acaso uno de lo fantasmas más célebres, pero nadie recuerda su nombre. El fantasma más pelotudo es sin duda Casper.
13. En El Árbol de las Brujas (The Halloween Tree, 1972), Ray Bradbury pone a decir toda clase de macanas a un tal Mortajosario, a tiempo que da un curso acelerado para principiantes, de la relación particular que, a lo largo de la historia de la humanidad y de la geografía terrestre, tenían (y tienen) los diferentes pueblos con la muerte. Todo ocurre en la Noche de Brujas, en un relato digno de un capítulo de Historias Asombrosas: los siete chicos que acompañan al dudoso Mortajosario en busca de su amiguito perdido, Pipkin, se ven recorriendo el Antiguo Egipto, El Día de los Muertos mexicano, visitan a Samhain, el dios druida de la muerte y huyen justo a tiempo de una quema de brujas en la Europa medieval. Es una aventura formidable. Si tienes 11 años.
14. Para aventuras formidables relativas a la muerte, Tim Burton. Desde la estética gótica del castillo de Edward Scissorhands (que colindaba increíblemente con una suburbia gringa soleada y colorida), hasta los preciosos trabajos de El extraño mundo de Jack (Nightmare Before Christmas, 1997) y El Cadáver de la Novia (Corpse Bride, 2006), existe en su obra una relación lúdica con la muerte, como un espacio único (y personal) del que saca provecho para dar vida a esos fantásticos personajes y hacerlos parecer verosímiles para los propósitos de su narración cinematográfica, por lo demás, efectiva, encantadora, y por momentos, brillante.
15. Es curioso que el cine hecho en Hollywood, le dedique un tratamiento tan ligero a la muerte: no pueden hacerse películas sin que alguien muera, no se concibe un guión que no contemple la absoluta aniquilación de los enemigos del héroe. Es más, se podría decir que no importa cuanta gente muera en la realidad de una película, con tal de que el protagonista se quede con la chica y se besen con el paneo de la ciudad en ruinas, las luces rojas y azules de las patrullas dándole como discoteca y los créditos subiendo por la pantalla.
16. Lo único que se puede sacar en limpio de la película Meet Joe Black (Conoces a Joe Black?, 1998) es que la Claire Forlani está bien churra.
17. Me pregunto que piensan los hijos pequeños de las estrellas de cine cuando ven a sus padres acribillados, lanzados desde la cima de los rascacielos o de un auto en movimiento, o desfigurados por las aspas de una hélice o un maniaco enmascarado en la pantalla. Imagino la siguiente escena: un niño privilegiado se larga a llorar al ver a su padre electrocutarse en el sótano del edificio de las Naciones Unidas, echando a perder bastante el ambiente familiar en una de esas mansiones doradas de Beverly Hills. El actor -ganador del Oscar- lanza la siguiente reprensión: ¡pues eso es lo que paga tu colegio, pedazo de maricón!
18. Y no se puede evitar notar la influencia que este enfoque ha tenido en la televisión actual. Esta trivialización de la muerte, como un suceso anecdótico susceptible de ser desplazado por la siguiente noticia, consista esta en más muertos (o menos pero acaecidas en un lugar más importante del mundo) o las tetas al aire de alguna señorita rica y famosa, afecta a toda la industria noticiosa, e incide profundamente en nuestra sensibilidad. O más bien dicho en nuestra insensibilidad.
19. El famoso 11 de septiembre nos demostró que la vida de un ciudadano estadounidense viene a valer (digamos) cien veces más que la de un niño (digamos) boliviano, filipino o ugandés. Tal como en el cine: lo importante no es morirse, sino hacerlo de manera espectacular.
20. El “actuar la muerte” está presente también en nuestros juegos infantiles. No estoy actualizado al respecto, pero cuando era chico solía jugar a las guerras y no tengo que decirles que la clave del asunto era matar o morirse. A cada rato. Unas de los recursos favoritos, cuando el enemigo te sorprendía y anunciaba ¡muerto!, y tu cadáver se podría en las trincheras imaginadas a lado del cesto de ropa limpia o detrás de la garrafa, era gritar inmediatamente ¡otro!, con lo cual te garantizabas volver del más allá, matar a tu asesino y salir corriendo en busca de nuevos enemigos. Morir en los juegos infantiles no sólo era la cosa más pedestre del mundo, sino que, si estabas exhausto, podía proporcionarte un reparador descanso.
21. Otra forma de “actuar la muerte”: la depresión. No recomendable para corazones débiles. Salga con amigos, tómese un trago, hágase hincha de Brasil. Siempre ganan.
22. Por mi parte, pienso que “esta vida es todo lo que mis ojos verán”. Esta aparente mezquindad, que podría justificar las macanas que me mando, gana adeptos en el mundo. Unos le llaman sentido común, otros, filosofía, otros, nihilismo. La cosa es que, al parecer, no importa todo lo escribamos sobre la muerte: ella llegará de todos modos, y hasta ahora no hay nadie, pese a todos los esfuerzos de Infinito y Discovery Channel, que pueda dar un testimonio fidedigno de la existencia de un más allá, para bien o para mal.
23. El hombre puede morir decapitado, congelado, accidentado, destripado, estrangulado, asfixiado, destrozado, ametrallado, ahorcado, descuartizado, atomizado, bombardeado, aplastado, operado, quemado, abrasado, envenenado, guillotinado, fusilado, ahogado, atravesado, gaseado, explotado y electrocutado, pero lo único que importa es que muera con la conciencia tranquila.
24. Para acabar con esto de la muerte. este videíto de la Portuaria: Hoy no le temo a la muerte.