PRÓXIMAS TOCADAS

PRÓXIMAS TOCADAS
INGRESO LIBRE

viernes, 30 de noviembre de 2007

Acústico en el Etno

Posteo para invitar a todos y todas al concierto acústico que daré el miercoles 5 de diciembre en el Etno Café (jaen 722), desde las 21:00 hrs (puntual) que será algo así como la despedida del año (es -de hecho- el último acústico de 2007) y de la primera misión del astronauta. Les cuento también que el astronauta trajo muestras de un planeta cercano, muy parecido a este, donde todo es pequeño, chiquito, breve, fugaz, diminutivo: es un lugar llamado minimalia, habitado por canciones chiquitas, haikus, fotitos, dibujitos, etc. y estará a disposición de todos y todas en un cidicito en las Alasitas 2008, si todo sale bien y la nave que nos lleve allá no se avería.
Dicha empresa me mantendrá ocupado por lo que queda del año. Aprovecho para denunciar el extravio de mi flash disc y mi memoria (la mía) porque no recuerdo donde puedo haberlo dejado. Este impasse me priva de postear alegremente poemas y disparates como venía haciéndolo asiduamente.
Por último invitarles a participar de las encuestas que aparecen en la barra a la derecha de este humilde blogcito. Larga vida al rock!

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un poema

CHALLENGER



no podemos
aunque queramos
descifrar la arquitectura
de un solo de piano,
la temperatura del friso
las patologías del beso.

no conseguimos
aunque seduzcamos chicas
y dominemos los motores a combustión
palpar el silencio del diálogo
presentir el instante del sí
emular la penumbra del árbol.

nos ha sido dado el cielo
mas no el vuelo,
el orgasmo y no la vida eterna
el futuro y el olvido
en proporciones iguales.

estas son las cosas que hacen al camino,
los tics, las manías
las bocanadas profundas del aire.

estos pequeños suspiros
suman una cifra ignota
que detiene la cuenta y el aliento
a la hora luminosa del exilio.

cerremos los ojos
ajustemos el reloj del corazón:
la ciudad espera
con sonrisas ray-ban
y nubecitas jorobadas.
yo solo proyecto una sombra inquieta
contra el duro contorno domiciliario
que hoy llamo casa, mesa y mundo.

martes, 6 de noviembre de 2007

rock & blog: un cuento breve


Simon & Garfunkel


La brisa inofensiva crepita en las hojas verde-amarillas de las cuatro de la tarde. El otoño vuelve con motores y pelos rojizos de muñeca vieja. Por esta calle casi no pasan los coches, y los rayos que atraviesan el follaje de los árboles alineados en las aceras diseñan pequeños retratos de George Harrison y Charles Manson en el pavimento.


Camino a la feria del Barrio de la Cicatriz, cruzando un río sobre aguas turbulentas, el autocantor anglófilo hispanohablante camina pensando en qué va hacer con su vida, con el tiro del morral verde cruzado sobre el torso y la guitarra pendiendo del hombro derecho. Una madre joven sospecha el ventarrón que se avecina y le pide a Pablo -así se llama el autocantor anglófilo hispanohablante-: “por favor joven, ayúdeme a ponerle su gorrito”. Pablo apenas mengua la marcha, perplejo. La joven madre usa la segunda persona refiriéndose al bebé de ojos enormes, negrísimos que carga a la espalda. El “gorrito” es una capucha que los fabricantes de ropa han previsto para esa diminuta chompita de lana. Pablo toma delicadamente, como con pinzas, la capucha y la ajusta sobre la frágil cabecita, sudada en la nuca por obra gracia del exceso de lana en estas temperaturas, más bien templadas.


“Gracias joven”, agradece la madre que se marcha, combada por el peso del niño y del futuro que se cierne sobre ella y otras madres con gesto de incertidumbre. Esta podría ser una canción. Allí va el autocantor anglófilo hispanohablante en busca de nuevas aventuras.

jueves, 1 de noviembre de 2007

POEMA 31!!!

Se siente muy bien terminar algo que se empieza. A propósito de las almas que nos visitan hoy día quiero compartir este último poema y desearle a todo mundo un día de los muertos lleno de vida.
LOS MUERTOS


En este estado de cosas
uno se pone a pensar de pronto
en los muertos,
esa curiosa variación de la esperma
(sometida a un sin fin de giros).
Uno piensa inevitablemente
que el mundo es un lugar imprevisto
y con los muertos mirándonos con
familiaridad desde los avisos necrológicos
nos entra pena. Pena por el mundo.
Yo me imagino a los muertos
haciendo largas colas, cepillándose
los dientes, pidiendo cambio de veinte
ignorantes, ignotos, inocentes.
Con ellos fuimos compañeros
de taxi, de ascensor, de acera
con esa mirada impersonal
nos miran desde lechos de madera
y nosotros alzamos la vista
y el pañuelo cada vez que
pasa un entierro a colores,
brindándole nueva utilidad a las flores,
que –lejos de morirse-
se ierguen como trigo.
Yo me imagino a los muertos
agremiados en sindicatos, sonrientes
unos con una bala en el pecho
otros con un infarto muy fresco
a las puertas de las oficinas
oficiales, oficiosas
realizando gestiones que duran
días, meses y me figuro a los
muertos despreocupados por el tiempo,
diciendo : “total…”, o encogiéndose de hombros
presas de una curiosa distracción.
Y después de varios días, meses
se juntan por afinidad
y se establecen en cómodas mansiones,
en departamentos de recio acabado
a fin de dedicarse al sano
ejercicio de la espantación.
Y los muertos saben asustar, y
de esa forma : la paradoja :
los muertos mantienen viva la tradición.

Así pienso a veces de los muertos
y pretendo que sienten nostalgia
y se reúnen en los atardeceres
a mirar fotografías que están también
muertas, aunque ellas no lo saben,
tal es su entusiasmo.
Y me figuro también que , en el fondo,
los que me ven con mis libros
en los bancos de los panteones,
y me oyen hablarle a las frías lápidas
esperan, aspiran secretamente
que un día vaya a visitarlos,
llevándoles gladiolos y dulces
y cintas de video y fotografías de este lado,
amarilladas por el tiempo pisoteado.
Finalmente me veo a mí
enfundado en un impecable traje marfil
con un clavel rojo en la solapa
y un sombrero venerable;
cuelga del brazo un paraguas negro
y en las manos llevo caramelos
irreprochables, dos películas (Scorssese, Disney)
gladiolos de furioso sangre
y un álbum de fotos de un
cumpleaños absurdo y una botella
de vino por si las moscas.
E imagino también
que caigo en cuenta,
que río de la broma
doy media vuelta
y enfilo las brillantes pisadas
hacia mi casa, para pasar
otro sábado mirando películas
y tejiendo historias de muertos
con el sol en camino al último cerro
y mi amiga celebrando a carcajadas la ocurrencia
y repitiendo - por si las dudas –
que vivimos en un barrio muy alejado del cielo.