"...solo quedan las alturas..."
Luis Alberto Spinetta en "La Montaña"
1
Pobre Veto. Nadie lo quiere. Anda por ahí desde que su papá Blatter y sus tíos Grondona, Leoz y Texeira, decidieron que aquí el fútbol -artículo de primera necesidad en la canasta familiar boliviana-, no va más. La Oficialía Mayor de Cultura, perdón, ahora de Culturas -por la onda pluri-multi que se supone integra a la gente, aunque hoy uno escuche la palabra indio pronunciada con más denuesto que nunca, por toda la ciudad-, no quiso quedarse fuera de la movida y decidió a su vez, prohibir los festivales de jazz a más de 3000 metros de altura, no vaya a ser; y las embajadas de España y Estados Unidos, siempre sonrientes y cordiales con sus vecinos subdesarrollados, estudian una ley que prohíba a los ciudadanos provenientes de más de 3000 metros de altura. Si esta tendencia prospera, tendremos que hacer la tibetana: encerrarnos en cuatro paredes de religión y filosofía a meditar el resto de la existencia, a partirnos la cabeza pero a fuerza de pensar -en vez de a palos autonómicos e indigenistas, como quieren otros, (léase branko sonofavich) y buscar, en las horas muertas, la piedra filosofal, hasta que alguien decida que ha llegado el -nuevo- momento de acabar con nosotros, o hasta que alguien abra un ojo, se de cuenta que todos están muy concentrados tratando de alcanzar el estado zen y se chorée todo -otra vez-; y salgamos todos con los puños en alto, nuestras cabecitas rapadas al sol, nos rasguemos las vestiduras, pidiéndole al dios de turno, que por favor, no sea malo, que nos mande un dictador.
2
El Veto, entre otras cosas, tiene una cefalea terrible, la gente lo señala con el dedo por la calle, lo empujan, le gritan camba, gringo, y cosas peores, los taxistas pasan de largo, miran al frente sin dar respuesta… bueno, esto lo hacen con todo el mundo, este rubro de la indiferencia; pero hasta los niños le patean en los t’usus y las cholitas le hacen wishu wishu con la trenzas, como tomb raider. El Veto se fue el domingo al Café Ciudad a ver los Cuartos de Final de la Copa América y quiso hacer amistad con los extraños después del partido México – Paraguay (México 6 – Paraguay 0), comentando: “Eso es cagar pilas”, pero nadie se rió, nadie celebró la agudeza, y hasta los mozos se tropezaban accidentalmente manchándole la camisa con salsa bolognesa. El Veto está de lo más triste, y aunque se hospeda en el Ritz, nada parece consolarlo. Tuvo que ir el Evo en persona a decirle: no chango, no pasa nada, andate nomás, eso sí, cagá a Oruro y a Potosí si quieres, pero a La Paz, no la tocas, la sede no se mueve, ¿listo? Y el Veto, se tragó los mocos, hizo las maletas y se fue al aeropuerto de El Alto (que tiene el bolivianísimo nombre de John F. Kennedy) donde tomó un avión rumbo a La Suisse (que para ser neutrales, dan bastante guerra), para atracarse de buenas noticias y referéndums, sin olvidar entre mordida y mordida, la afrenta recibida, jurando volver, urdiendo la venganza de los poderosos contra los países marchistas y bailacuecas, que será inapelable y escribirá grande en el cielo una V. V de Vendetta. V de veto.
Pobre Veto. Nadie lo quiere. Anda por ahí desde que su papá Blatter y sus tíos Grondona, Leoz y Texeira, decidieron que aquí el fútbol -artículo de primera necesidad en la canasta familiar boliviana-, no va más. La Oficialía Mayor de Cultura, perdón, ahora de Culturas -por la onda pluri-multi que se supone integra a la gente, aunque hoy uno escuche la palabra indio pronunciada con más denuesto que nunca, por toda la ciudad-, no quiso quedarse fuera de la movida y decidió a su vez, prohibir los festivales de jazz a más de 3000 metros de altura, no vaya a ser; y las embajadas de España y Estados Unidos, siempre sonrientes y cordiales con sus vecinos subdesarrollados, estudian una ley que prohíba a los ciudadanos provenientes de más de 3000 metros de altura. Si esta tendencia prospera, tendremos que hacer la tibetana: encerrarnos en cuatro paredes de religión y filosofía a meditar el resto de la existencia, a partirnos la cabeza pero a fuerza de pensar -en vez de a palos autonómicos e indigenistas, como quieren otros, (léase branko sonofavich) y buscar, en las horas muertas, la piedra filosofal, hasta que alguien decida que ha llegado el -nuevo- momento de acabar con nosotros, o hasta que alguien abra un ojo, se de cuenta que todos están muy concentrados tratando de alcanzar el estado zen y se chorée todo -otra vez-; y salgamos todos con los puños en alto, nuestras cabecitas rapadas al sol, nos rasguemos las vestiduras, pidiéndole al dios de turno, que por favor, no sea malo, que nos mande un dictador.
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El Veto, entre otras cosas, tiene una cefalea terrible, la gente lo señala con el dedo por la calle, lo empujan, le gritan camba, gringo, y cosas peores, los taxistas pasan de largo, miran al frente sin dar respuesta… bueno, esto lo hacen con todo el mundo, este rubro de la indiferencia; pero hasta los niños le patean en los t’usus y las cholitas le hacen wishu wishu con la trenzas, como tomb raider. El Veto se fue el domingo al Café Ciudad a ver los Cuartos de Final de la Copa América y quiso hacer amistad con los extraños después del partido México – Paraguay (México 6 – Paraguay 0), comentando: “Eso es cagar pilas”, pero nadie se rió, nadie celebró la agudeza, y hasta los mozos se tropezaban accidentalmente manchándole la camisa con salsa bolognesa. El Veto está de lo más triste, y aunque se hospeda en el Ritz, nada parece consolarlo. Tuvo que ir el Evo en persona a decirle: no chango, no pasa nada, andate nomás, eso sí, cagá a Oruro y a Potosí si quieres, pero a La Paz, no la tocas, la sede no se mueve, ¿listo? Y el Veto, se tragó los mocos, hizo las maletas y se fue al aeropuerto de El Alto (que tiene el bolivianísimo nombre de John F. Kennedy) donde tomó un avión rumbo a La Suisse (que para ser neutrales, dan bastante guerra), para atracarse de buenas noticias y referéndums, sin olvidar entre mordida y mordida, la afrenta recibida, jurando volver, urdiendo la venganza de los poderosos contra los países marchistas y bailacuecas, que será inapelable y escribirá grande en el cielo una V. V de Vendetta. V de veto.
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