DEF
ZONA DE CÉFIROS
De pronto es hora de tomar conciencia de los marcos de los anteojos, de las manos que pulsan teclas mugrientas, de focos que no prenden, de ventanas que dejamos abiertas para beneplácito de las moscas, de jardines nacarados en los pubis de las pianistas, en los rábanos y coles que conforman la dieta de los aburridos, del magnetismo de un par de tetas a las dos de la mañana, del vuelo en ristre de los sueños y los paracaídas para caídos; de pronto -algo me lo susurra al oído, como el marcianito que se le aparece a pedro picapiedra, qué boludo- es hora de mirar por las fosas nasales al universo entero de un vistazo rápido, atrapando en los pelitos el cenit y la vida, que se acaba compañera, pero suave, que aun hay tiempo, suave muchachos.
ORBITA
‘Taim, oh taim’ pide la cantante desde el fondo de una cajita, más bien musical, fíjese usted. La paloma no alquila el sombrero. Esto es, en todo caso, cualquier cosa, no interesa -observe el nudo rojo en la nariz del cardenal-, nadie va a tomarnos en serio, repito comandante, esto en todo caso es cualquier cosa. Cambio y Fuera.
(Nota: terminar un disco -un tema, un poema, no importa- con la frase cambio y fuera)
TIME IS MONKEY
Golpear de repente cualquier mueble. Tunga, tunga, hasta llenar la habitación de polvillo de almohadones, (el mueble, lo notó usted? era un sillón decimonónico con cojines de pluma de ganso (‘goose’ en anglo), y las fundas fueron bordadas por la mismísima doña Salomé); a continuación voltee los ojos para adentro y cuente hasta diez marcando el paso de los segundos con una margarita blanca hasta ver que las estrellas de lejos brillan pero de cerca son piedras (lo mismo puede decirse de los corazones de algunas señoritas, je!). Ya estuvo? Pues bien hora vierta el contenido del cosmos en una vasija de barro aporí (los aporíes son una tribu que no existe, je!) agite hasta que salga espuma de las fauces del cancerbero y diga treinta y tres con acento escocés, listo, ahora agregue un piano de cola -métalo de cabeza- y sal a gusto, puede adornarse el plato con una estatua ecuestre (limpie antes el caballo, no vaya a ser) o un expendio de helados (el plato, lo noto? es una plaza de pueblo europeo, y al expendio de helados se le acabó el sabor de coco, ahí viene un grupo de niños hambrientos, cagaron) de manera que resalte el colorido de la guarnición (la guarnición es en realidad la guardia suiza del vaticano pero chusta baby!), y gracias por sintonizarnos, haga el favor de drogarse y no olvide que dios es alcohol y time is monkey.
EPÍLOGO
Me estoy volviendo loco, y aburrido, y mañudo, y viejo, y fantasma, y kula shaker, y pizza de jamón, y más inmaduro, y Ernest Hemingway (pero sin barba), y un poco destroyista, y café con lamborguini (diavolo), y no sé qué cosas más, ahí viene los ingleses. Sr. Juez. Cambio y Fuera.
ZONA DE CÉFIROS
De pronto es hora de tomar conciencia de los marcos de los anteojos, de las manos que pulsan teclas mugrientas, de focos que no prenden, de ventanas que dejamos abiertas para beneplácito de las moscas, de jardines nacarados en los pubis de las pianistas, en los rábanos y coles que conforman la dieta de los aburridos, del magnetismo de un par de tetas a las dos de la mañana, del vuelo en ristre de los sueños y los paracaídas para caídos; de pronto -algo me lo susurra al oído, como el marcianito que se le aparece a pedro picapiedra, qué boludo- es hora de mirar por las fosas nasales al universo entero de un vistazo rápido, atrapando en los pelitos el cenit y la vida, que se acaba compañera, pero suave, que aun hay tiempo, suave muchachos.
ORBITA
‘Taim, oh taim’ pide la cantante desde el fondo de una cajita, más bien musical, fíjese usted. La paloma no alquila el sombrero. Esto es, en todo caso, cualquier cosa, no interesa -observe el nudo rojo en la nariz del cardenal-, nadie va a tomarnos en serio, repito comandante, esto en todo caso es cualquier cosa. Cambio y Fuera.
(Nota: terminar un disco -un tema, un poema, no importa- con la frase cambio y fuera)
TIME IS MONKEY
Golpear de repente cualquier mueble. Tunga, tunga, hasta llenar la habitación de polvillo de almohadones, (el mueble, lo notó usted? era un sillón decimonónico con cojines de pluma de ganso (‘goose’ en anglo), y las fundas fueron bordadas por la mismísima doña Salomé); a continuación voltee los ojos para adentro y cuente hasta diez marcando el paso de los segundos con una margarita blanca hasta ver que las estrellas de lejos brillan pero de cerca son piedras (lo mismo puede decirse de los corazones de algunas señoritas, je!). Ya estuvo? Pues bien hora vierta el contenido del cosmos en una vasija de barro aporí (los aporíes son una tribu que no existe, je!) agite hasta que salga espuma de las fauces del cancerbero y diga treinta y tres con acento escocés, listo, ahora agregue un piano de cola -métalo de cabeza- y sal a gusto, puede adornarse el plato con una estatua ecuestre (limpie antes el caballo, no vaya a ser) o un expendio de helados (el plato, lo noto? es una plaza de pueblo europeo, y al expendio de helados se le acabó el sabor de coco, ahí viene un grupo de niños hambrientos, cagaron) de manera que resalte el colorido de la guarnición (la guarnición es en realidad la guardia suiza del vaticano pero chusta baby!), y gracias por sintonizarnos, haga el favor de drogarse y no olvide que dios es alcohol y time is monkey.
EPÍLOGO
Me estoy volviendo loco, y aburrido, y mañudo, y viejo, y fantasma, y kula shaker, y pizza de jamón, y más inmaduro, y Ernest Hemingway (pero sin barba), y un poco destroyista, y café con lamborguini (diavolo), y no sé qué cosas más, ahí viene los ingleses. Sr. Juez. Cambio y Fuera.
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