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INGRESO LIBRE

jueves, 4 de octubre de 2007

reflexiones [5]: historia

1. De todo el legado de la Humanidad y su paso por este planeta nada más conjetural, parcial y relativo que su Historia.

2. La Historia y su registro permiten el ejercicio del poder. El que escribe la Historia tiene el poder, posee el archivo (la prueba del hecho) y lo manipula a su conveniencia. De hecho, la falta de información (fatalidad de los siglos previos al XX) así como el exceso de ella (hoy como nunca padecemos sus consecuencias) no hacen más que relativizar conceptos, noticias y criterios desde los cuales pueda comprenderse, a corto o largo plazo, la realidad que vivimos.

3. Las famosas Conspiracy Theories (Teorías de Conspiración), que apuntalan la paranoia de los intelectuales del primer mundo, y permiten presumir de inteligentes y cultos a los del tercero, no son más que otro brazo del monstruo corporativo que opera el globo. Si dábamos por sentada la historia hasta el siglo XX, al término de la Guerra Fría, y ante la ausencia de un digno oponente, se hizo innecesario ocultar los trapos sucios, y empezó a generarse el mercado de libros, películas e información que hacían pública, por ejemplo, la existencia de campos de concentración en Estados Unidos para inmigrantes japoneses (y cualquiera con los ojos rasgados) después del ataque aéreo japonés a Pearl Harbor, en 1945. ¿Se desenmascaró y castigó a los escribas farsantes o a las autoridades detrás de la infamia? No, se hizo un simple “fe de erratas”, indicando que las cosas no eran así. Y nosotros, sonsos, compramos los dos libros. Es decir, ante la imposibilidad de probar los registros que antes se postulaban como verdades, empezaron a vendernos la duda, para que nos sintiéramos más dueños de nuestro destino y compráramos, de todas formas, ya no uno sino dos libros, para avalar nuestra -supuesta- erudición ante nuestros conocidos.

4. Basta preguntarse: si vos vieras una amenaza para tu sistema ¿publicarías un libro, que postula -y llama- a su destrucción? He ahí lo perverso del orden mundial. Los centros de poder tienen dos formas de deshacerse de un agente molesto: la anulación (censura, represión, persecución, descalificación, etc) o la asimilación.

5. Lejos de avergonzarse por las canalladas cometidas para constituirse en una superpotencia, los gringos nos masajean el cerebro (no como al señor Burns, ojo) con refritos del Holocausto nazi, aún cuando ellos apoyen y financien el que se lleva a cabo diariamente, desde hace décadas (de hecho desde 1947, con la invasión y ocupación de territorio Palestino por tropas israelíes para constituir el infame Estado de Israel, un ejemplo maligno del pay it forward) contra el pueblo árabe. Un hostigamiento racial criminal con tintes oscurantistas.

6. Bush ya es un chiste viejo, un payaso, un pelele para todo el mundo. Bono y Manu Chao pueden reunir (solo en Estados Unidos) a millones de personas dispuesta a mandarlo a la mierda, a comprarse la polerita anti-Bush, a levantar el brazo izquierdo y a pagar 180 dólares para que la multitud de adictos al celular sienta que están ayudando a salvar el planeta. Sin embargo a la hora de los votos o de manifestarse ante la Casa Blanca solo se ven guías turísticos y manadas de turistas japoneses.

7. A propósito, los gringos han arrasado con el mercado de patentes y han registrado a nombre de sus corporaciones, solo para dar un ejemplo macabro, la sangre de los aborígenes colombianos.

8. Ningún registro de historia deportiva consigna que Bolivia jugó bien, que solo nos faltó el gol… o que aquella jugada que terminó en gol argentino no era penal, que Bélgica le hizo un gol a Brasil en el Mundial 2002 y las cámaras no dieron ni un triste replay, que Materazzi y Gatusso son unos hijos de puta. Solo quedan los números, los resultados, los rankings. Por eso ayúdenme a gritar: Vive le Zizzou!

9. La tendencia imperante de cuantificar todo, avalada por estadísticas, resultados, gráficas de crecimiento, coloridas tortas representativas, ratings de audiencia, billboards, encuestas apresuradas en El Prado a gente que se sonroja ante la cámara o en Equipetrol a gente a la que -como va vestida- no haría falta preguntarle nada, parece condenar al olvido a todo aquello que escape de sus rigurosos cálculos, diagnósticos y predicciones.

10. “Nada garantiza que la historia no depare el olvido a los genios y la gloria a los pelafustanes”, nos advierte Dolina, (quien es el único autor que aparece citado en las cinco reflexiones que llevamos posteadas) de quien recomendamos amablemente su crónica “Historia de la Nueva Historia”.

11. Es curioso que los clásicos de la música universal sean los mismos desde hace 20 años. No se han incorporados nuevos clásicos a la lista, ¿Quién putas es Boris Navarro para decirnos qué tenemos que escuchar como clásicos? Jódanse, toda esa música es nuestra y aunque quieran ponerle la X en la frente a mi generación, ya tenemos nuestros propios clásicos, sólo que nosotros todavía no hicimos tanta plata.

12. Lo interesante es que nuestra relación con nuestros “años maravillosos” no es de nostalgia retrospectiva; sino de identificación, de fijación. Ya no se trata de vivir el sueño para convertirse en hippies redomados o militantes de la izquierda utopista, sino de practicar una suerte de “resistencia adolescente” (Cristian De Nápoli), esa “inmadurez” que nos echan en cara nuestros padres, que adoran a Bertolucci y a Lennon, desprecian a Kobain y Tarantino, y crían a nuestros hijos (así es muchachos: pocos de nosotros poseen patrimonio o futuro laboral asegurado), se manifiesta en el fetichismo del comic, las consolas de Video Games, la saga de Star Wars, las canciones de las series televisivas de principios de los 80’s y el compulsivo comportamiento consumista de los asalariados treintañeros que, a su vez, garantiza el auge del marketing retro. No importa si en su tiempo odiabas a la Familia Ingalls o al Chapulín Colorado, ahora tienes que asumirlos como símbolos (pop) de una era que (las estadísticas no se equivocan) tienes que haber vivido y consumir en consecuencia.

13. Exageré un poco: ¿Quién puede odiar al Chapulín Colorado?

14. Un concepto clave para entender la historia es el archivo. El documento o testimonio que certifica la existencia de sujetos, objetos y sucesos. La posesión de los mismos otorga poder a su poseedor. Eso explica que el Vaticano se esfuerce por conservar reservas gigantescas de lingotes de oro, obras de arte y orfebrería antigua, que el Louvre y el Metropolitan de Nueva York se repartan el incalculable legado de cuatro mil años de Civilización Egipcia y que el Goni, como otros tantos vivos, continúe traficando con arte colonial y precolombino. Y que nunca se abran proceso contra dictadores que eventualmente fallecen en la impunidad. A menos, claro, que la develación de un arcano contribuya a engordar las cuentas bancarias de algún interesado.

15. Una reflexión gore: los desaparecidos de las dictaduras (de todas las épocas y latitudes) constituyen un hueco en la memoria. En este caso el cuerpo, el cadáver es un archivo, un documento que certifica una muerte violenta que apuntaría a un culpable y establecería responsabilidades legales y penales. La ausencia de este archivo ha permitido -y hasta legitimado- la corrupción, la impunidad y el olvido. Este juego macabro todavía es una herida abierta en nuestra Historia.

16. Si el cuerpo es un archivo, los tatuajes son signos indelebles que eventualmente podrán revelarnos ciertos aspectos sociales, culturales, ideológicos o estéticos de quien los exhibe, o meramente testimoniar la moda vigente en cierta era. En el caso de las personas que cumplen condenas carcelarias de largo aliento, los tatuajes se convierten en códigos de supervivencia y de reafirmación personal y grupal. Privados de libertad, el cuerpo es lo único que poseen.

17. Últimamente no puedes estar en onda sin tener un tatoo que exhibir o presumir. Esta tendencia no debe preocuparnos. Se trata de personas “Ilustradas”.

18. El Periodismo juega un papel importante en la construcción del Archivo. Como sabemos, la Humanidad sospecha de la subjetividad de la literatura y las manifestaciones artísticas, (aunque no los niega como esbozos o retratos de época). Así que confiamos nuestro destino en la historia a la gente que ejerce el periodismo. No sé en que momento nos pusimos tan irresponsables como para dejar la historia en manos de un medio que se vende al mejor postor.

19. Por eso creo en el arte como (acaso el único) instrumento y espacio, incluso metáfora de convivencia, común a la gente (entiéndase: las personas individuales que vivimos en este planeta, no se diga pueblo) capaz de llevarnos a instancias de encuentro que generen evolución y revolución en corazones y cabezas.

20. Ya sé, es de lo más romántico. Pero es bueno preguntarse lo que Charly García hace treinta y cuatro años “¿Para quién canto yo entonces?” Porque no van a negar que siempre ha habido pobreza, hambre, guerras, codicia, corrupción y perversión, en todas la civilizaciones de la Tierra y en todos lo períodos históricos. Lo cual me lleva a pensar que es la naturaleza humana la que no es capaz de despojarse de estas calamidades que anidan dentro de cada uno de nosotros, con la sola diferencia del grado en que éstas nos afectan ( a estas altura somos de piedra: podemos ver morir un niño y zappear a un desfile de modelos en el canal de a lado, y es más otorgar premios millonarios a la gente que escribe o hace fotos a los pobres, sin que estos últimos reciban un mango) o somos susceptibles de usufructuar.

21. A propósito de medios tendenciosos, circula por ahí una publicación reaccionaria y maquiavélica -y a mi juicio- derechosa, malvada y peligrosísima para el momento que atravesamos (espero no de largo). Se llama “El otro”. Es cierto que (en la orilla de enfrente) la labor de “El Juguete Rabioso” fue parcial y hasta fanática en la ascensión (insospechada) del Evo al poder. Pero aquí hablamos de insidia con careta de libertad de prensa. Y ya no estamos para eso.

22. El grupo chileno de música fusión, Congreso, de quienes no tengo noticia hace casi una década, grabó un álbum al que denominaron “Para los Arqueólogos del Futuro”, que tiene un empaque que representa a un cassette hecho mierda desenterrado luego de años de los escombros. Dolina se pregunta acerca del futuro de La Gioconda: “¿Ante cuál se prosternarán? ¿Ante el fresco de Leonardo o ante las tapas del dulce de batata?”. No deja de ser un juego divertido e inquietante pensar como nos recordarán y con que ojos mirarán está época los arqueólogos del futuro. Y no deja de ser divertido e inquietante decir: "el fresco de Leonardo".

23. Así como atribuimos valor arqueológico e histórico a los utensilios más bien cotidianos de la antigüedad, (vasijas, cucharas, puntas de flecha), no sería raro que, ante la eventualidad de un diluvio, o la desestabilización de este sistema que llamamos civilización (y el hijo de puta de Bush “mundo libre”), que produce artefactos inútiles todos los días, será difícil saber cuáles representan un avance para la época. ¿Qué exhibirán ufanos los museos del próximo milenio? ¿I-pods?

24. Spinetta, en el brillante “Estrelicia” (Mtv Unplugged, 1996), cierra el show con una versión de “Yo quiero ver un tren” y se lanza una parrafada: “Antes en el Louvre había una vasija, ¿y qué era? Era un jarrón que no servía para nada. Explotó la bomba, desapareció el Louvre, desapareció todo... una locomotora… es la Fucking Gioconda!”. Salve Flaco!

25. Una divertida canción que cierra un documental (no recuerdo cómo se llama pero es acerca del rock como amenaza para los adolescentes y las causas penales contra músicos y productores de rock en los EU de los 90’s, si saben el nombre, avísenme muchachos, hagan el favor) habla de la gente que no quiere ser parte de la historia, por la sencilla razón de que quienes son parte de la historia están todos muertos. Con frecuencia esta es la arenga para enviar hombres a la guerra: hacer historia, ser parte de la gloria de un país, que (todos son iguales), terminará olvidándolo.

26. Andrés Ciro, vocalista de Los Piojos, en una reciente entrevista para la Rolling Stone llama la atención acerca de los avances tecnológicos en tiempos de guerra, de urgencia, de situación límite. Ciertamente la aeronáutica, la balística, la medicina, la física nuclear y la química parecen desarrollarse a mayor velocidad (con más ñeque, digamos) cuando se viven condiciones de guerra. Y todos sabemos el negocio que representa la guerra para algunos.

27. Uno de los criterios que validan o valoran la producción editorial de cierto período histórico, es aquel que dicta que la literatura debe describir -o al menos adscribirse- a la realidad imperante. La revolución francesa, la lucha independista latinoamericana, la “depresión norteamericana” y la Primera Guerra Mundial son evidentemente realidades incontrastables que generaron vívidos retratos en la pluma de sus escritores; auténticos testimonios de época. ¿Cuál sería la realidad del período histórico que actualmente -ahuritita- vivimos? ¿Qué documentos podrían reconocerse como históricamente válidos ante la avasallante profusión de información y medios de toda calaña a la que estamos (sobre) expuestos? ¿Qué realidad tendrían que reflejar, retratar o describir los literatos (liter- hartos) de la actualidad?

28. Es curioso que el elemento de realidad sea uno de los que más interesen a los lectores. Más allá de consideraciones estéticas parece privilegiarse los escritos que reproducen el mundo “tal cual es”. En la literatura nacional (sobre todo en La Paz) esta tendencia hace escuela de la mano de un canonizado Sáenz, y últimamente el fetiche de Viscarra. Tenemos entonces, por hacer un perverso (y divertido) juego de opuestos, a 1) el escritor que se “sumerge en la realidad” para producir literatura -el caso paradigmático es Hemingway, que recorrió medio mundo para contarnos sus arduas stories- y en la exacta esquina opuesta, como un fantasma, a 2) Borges que (como Lezama Lima, que nunca dejó su biblioteca) se sumerge en la literatura para recrear el mundo.

29. La gente bien que va a Río de Janeiro prefiere quedarse en los lujosos hoteles, las boites y las playas turísticas, volver bronceados y sonreír mientras nos cuentan lo grande que es el sambódromo y nos enseñan su polera de Ronaldinho. Ahora bien, resulta que esa misma gente alucina con “Cidade de Deus” (Fernando Meirelles, 2003) por ejemplo, que como saben, muestra el lado opuesto: la violencia, la miseria y marginalidad de la gran urbe carioca. Aquí se ve claro que nos gusta la realidad pero hasta por ahí nomas. Tomamos cauta distancia de las cosas que no nos gustan de ella y solo las asumimos como tema de conversación en nuestras bonitas reuniones sociales.

30. Entre los siglos XVI y XIX, al calor de disputas por las colonias en Asia, África y América, las potencias europeas colonialistas (Inglaterra, España, Holanda, etc.) imprimían mapas fraudulentos, que se parcializaban por unos y otros, para menoscabar la moral de sus competidores. El dato es curioso y hace pensar: ¿No será que nos están mamando? ¿El mundo es como sale en los dibujitos? (chequéen este detalle: Francia se ve mayor en el mapamundi que el territorio boliviano, cuando su superficie es igual a [más o menos] la mitad de nuestros queridos -cacareados, constituyentes, vilipendiados- 1.098.581 km2 -yo fui a clases ese día-, cuestión de imagen…). A lo mejor estamos en otra parte del globo y (despistados como somos) no lo sabemos. Quién sabe a lado del altiplano orureño se erige Australia, y los riberalteños son en verdad vietnamitas malhablados.

31. “La historia del arte no es más que la historia del artista por vencer las dificultades que se le oponen”, Arnold Hauser.

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