PRÓXIMAS TOCADAS

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INGRESO LIBRE

jueves, 27 de septiembre de 2007

volverá a miii la maldita primaveraaaa...

Encontré unos escritos de la Bajon Season, como le llamo a un par de meses oscuros que pasé hace un par años. Las macanas que uno escribe. Me había impuesto a mí mismo la elaboración de un diario o algo así para ir sacando la basura que tenía dentro. La retrospectiva me da risa y escalofríos. Por supuesto que hay capítulos censurables y xxx, pero ya que atenté criminalmente contra mi gastritis crónica (ganada a pulso en los últimos doce años) en lo del Junior (gran anfitrión) el último finde, festejando la llegada de la primavera modelo 2007 (que está bien trucha: alalauuu), viene bien desempolvar estos escritos de uno de los tipos que fui en mi vida:
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Play. Han sido un par de días muy malos estos últimos. Me viene a la cabeza Apu, de los Simpsons, aullando la célebre frase ‘no quieros vivir’ y tratando de llevarse a la boca una salchicha caduca.

Resulta que hoy comienza la primavera. No puedo estar más cabreado, les cuento. Aunque la industria de flores me repudie y la vindicación del consumismo en estas fechas sea lugar común, no puedo menos que morirme del asco. Estoy solo y triste. Estoy pa’l jazz. He de gastar todos los discos del género que poseo. Sería más lindo decir: ‘voy a gastar los surcos de mis discos de jazz’, pero ya todos sabemos que la tecnología nos ha privado del goce manual de extraer de su envoltura de cartón un oleoso vinilo con sumo cuidado -las manos primorosamente aseadas-, colocarlo en el plato y posar sobre el primer surco la aguja que hace la magia. Ahora estoy lleno de ‘cidis’ y no tengo ‘pickup’ que me ladre. Rewind. Esta reflexión es absurda: cuando comencé a escuchar jazz, ya los vinilos se habían extinguido del globo. Nunca tuve tiempo. Es que el jazz es un gusto adquirido. Como el whisky. Y ambos son -eran- abanderados del elitismo al que me opuse encarnizadamente durante años. Hasta que un buen día, o noche, me di cuenta de que estaba rodeado de escritores barbudos, aspirantes a galanes de cine ‘indie’, modelos-actrices-musas-borrachitas-buenaondas, cantautores soporíferos, estudiantes de arte y advenedizos adulones, de esos que hacen el ridículo gratis con tal de echarse a la boca un poco de whisky, gratis por supuesto, y tercian en las conversaciones de las muestras de arte así:

- Es de una sobriedad exquisita – sentencia la curadora.
- Un derroche de sutileza – contrapuntea una señora respingada.
- Parece de verdad – tercia el advenedizo adulón.

Entonces supe, otra vez, que la vida es cruel, hermanos, y tarde o temprano nos convertimos en nuestros propios enemigos. Aquella noche, superé la crisis bebiendo cuanto había, increpando duramente a un músico-de-fusión que se ufanaba de haber descubierto la dudosa pólvora de tocar huayños con bajo eléctrico o blues con quena. Afortunadamente no todas las modelos-actrices-musas-borrachitas-buenaondas estaban ocupadas, así que me hice de una y terminé tirando en mi cuartucho todo el fin de semana. Una maravilla. ¿En qué estaba? Pause. Rewind. Aquí el deck, que es viejo como él solo, se traga la cinta. Y me encuentro nuevamente en este cuarto, incapaz de escribir algo con sentido y escuchando el disco de Jamie Cullum que viene desde la habitación contigua. Se me acaba de ocurrir un chiste de El Chavo del Ocho. Pero me resisto a contarlo. Orgullo ante todo, muchachos. Siento que tenía que hacer una llamada hoy. O debía recibirla. Estoy quemado. Lo cierto es que ahora me ha dado por el whisky y el jazz. Y la coca. Pero ese es otro asunto. No se metan. No se si quedarme a escuchar jazz toda la noche, hasta caer babeando sobre el teclado, o salir a buscarme una chica. Adivinen. Cambio y Fuera.
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Cada vez tengo más dudas sobre este libro. Pero creo que uno tiene que escribir sobre lo que sabe. Y no hay nada más auténtico que la vida propia. Aunque eso sí, como piedra de pulir, como materia prima. Porque escribir sobre nuestras propias vidas podría no ser tan auténtico. Y corre el riesgo de ser una justificación de nuestra existencia ante los demás. Y una ofensa, porque la gente tiene que comprar el ejemplar. En fin, a lo que quería llegar es que a veces no es necesario contar una historia. A veces basta con sacarlo todo afuera del pecho para bien o para mal. De uno y de la literatura. ‘Hay que sacarlo todo afuera como la primavera’. Puta, otra vez la primavera. Ese exasperante estado de ánimo que no es otra cosa que una fiesta a la que no estás invitado. Stop. Salgo a caminar.

Play. Hoy vi en la calle un cartel que anunciaba el recital de ‘la niña pianista’ no se qué tantos. Me molestó eso de ‘niña pianista’. Como si ‘niña’ y ‘pianista’ fueran dos conceptos incompatibles. Como decir mujer barbuda u hombre lobo. Un freak. También se estila aquella frase de niño prodigio. Me permito una ligera reflexión al respecto. Empezaré -y terminaré- diciendo que todo niño es un prodigio. O tal vez debiera decir que la niñez es un prodigio. Pero eso no lo sabemos sino hasta mucho después, cuando estamos llenos de deudas, úlceras y cuñados. El tema de la niñez y otros paraísos perdidos, ha sido comentado por autores de toda calaña. Y es bien cierto que la nostalgia, tiene un golpe de complicidad y honestidad que funciona muy bien a la hora de vender libros. O pelis. O canciones. Si no, miren nada más las zambas. Todo es el ‘rrío’, el caminito y el estío. Me parece que asistiré a ese recital de piano solo para verter incómodos comentarios entre la concurrencia. Lo malo es que no recuerdo dónde putas es. Stop.

6 comentarios:

Novato dijo...

Muy bonita tu inspiracion,
con musica o sin ella, es una canción
me agrada, me encanta, me inspira
a seguir escribiendo, mi propia inmaginacion.

visita mi Blog que aqui de dejo, con amor y pasion:

http://internovato.blogspot.com/

Bernar:

Alexis Argüello Sandoval dijo...

Despues de dejar reposar a lo que otros llaman menudencias, interesante volver al pasado.

Repecto a cuan igual al de ayer eres es cosa tuya mi buen Vadyk. Pero respecto a lo de la "niña pianista: ¿Habrá el guitarrista sin guitarra?. La primavera, si pues un fraude, al menos tenemos a quienes culpar, pero yo que se, esa gente nos va a salir para librarse de la responsabilidad con cosas como:-A¿caso nosotros les obligamos a consumir?.

Genial, estarás tocando con el Papirri, separame un boleto mi hermano

Sergrito dijo...

compadre a veces uno se da cuenta de que está rodeado del tipo de gente que dice que odia, que grave es eso!, es un poco como dice Pessoa, uno odia la idea que se ha hecho de otro, pero como odia la idea y la idea se la hizo uno, en realidad te odias a tí mismo; todo es proyección!, sentí muy cercano el post... con algunos otros demonios, y menos mujeres, no sé si para bien o mal...

vadik barrón dijo...

alessis, te esperaremos en el muni. espero llegues con ramo de rosas pal maestro papirri yaaaa
un abrazo

vadik

vadik barrón dijo...

sergio, hermano acabas de dar en el clavo, el texto este del que hablo (que no puedo develar del todo porque dice en sus instrucciones que no debería ser leido hasta el 2050, año de mi triste fallecimiento) tiene mucho que ver con odiarse a sí mismo, pero no como negación, sino como fatalidad de la que puedes sacar provecho, lo postearé estos días y hablamos. abrazo

vadik

Sakura dijo...

Pues... si, la primavera, estación utilizada por el mercantilismo para urgar nuestros bolsillos disque para mostrar el cariño y no se qué cuentos más, sin embargo bien sabemos que no es más que un jodido cambio de clima (ya me tiene aburrida el amanecer con nubes + humo) y ya!

Lo del diario... es gracioso releerse a uno mismo y ver los pedos en los que uno estaba y sigue estando... eso es más jodido todavía.

Saludos