CH
Dícese de esta letra que ya no va, que es obsoleta, castellana, absurda y maricona; adjetivos todos de igual tesitura y calibre; excepción hecha de maricona, que es sexista, intolerante, poco cool y no se sabe si es vocablo verdadero, corrección idiomática que compete a los diccionarios, no a nosotros, que vinimos por razones muy distintas aunque no tan nobles, ya se sabe. Aquí hay cholas y birlochas, y arrechos y mamarrachos, no hemos de caer en la vulgaridad diciendo concha o pichi como ustedes quisieran, no señor, de lo que se trata aquí es de reivindicar a esta letra en desuso y tirada al tacho (notesé la che) por el anglicismo anglófilo que con cara anglegical nos viene a embromar, hasta el idioma, de vez en vez y, últimamente, cada dos por tres, o tres por cuatro, da igual porque el dólar sube como falda de puta, con perdón, aunque considero que decir puta es mejor que decir meretriz, que en vez de refinar la palabra, la confunde, con el resultado de que la gente cree que para meretriz se estudia, sin desmerecer claro, a un oficio en el que se empieza, como en todos, de abajo (literalmente) y todo se aprende, dicho sea todo esto, sin internarnos en debates acerca del proceso enseñanza – aprendizaje, que es otro asunto que se tocará más tarde, aunque no sabríamos decirle para qué.
En fin, che, íbamos a hablar de la che, che. No es justo pues, y no nos convencerán de lo contrario, (nótese la hinchazón de la vena en la frente, las cejas en pirámide invertida y los labios mustios: estamos cabreados) que nos quiten una letra tan pintoresca, tan chida, tan canchera, tan solidaria y sugerente, tan chinchosa, pancha, tan chowbisnes, chauvinista y cuchitril, no es justo (lectores del mundo indignaos) que por que así caprichean los gringos tengamos que abstenernos de chupar, challar, chamar, chelear, chinear o ir al chume, cuando todas estas, perversiones cierto, son legítimo derecho de gente como nosotros: changos, chingones, chatos, churros (no siempre ponderados), chamarreros, chancleteros, borrachos, conchasusmadres, k’chichis, cachamozos, chupamedias, cochinos, chantas y choriceros. Y si, como se sabe -lo creían los hebreos, nos los contó Borges-, la palabra hace al concepto y este al objeto, estamos todos jodidos, así que a las trincheras cumpas, defendamos a la che a todo chancho; cho’jñemos, chinguemos, chillemos como birlochas si así lo amerita el curso de la batalla pero no nos dejemos, no nos dejemos che. Chau.
Dícese de esta letra que ya no va, que es obsoleta, castellana, absurda y maricona; adjetivos todos de igual tesitura y calibre; excepción hecha de maricona, que es sexista, intolerante, poco cool y no se sabe si es vocablo verdadero, corrección idiomática que compete a los diccionarios, no a nosotros, que vinimos por razones muy distintas aunque no tan nobles, ya se sabe. Aquí hay cholas y birlochas, y arrechos y mamarrachos, no hemos de caer en la vulgaridad diciendo concha o pichi como ustedes quisieran, no señor, de lo que se trata aquí es de reivindicar a esta letra en desuso y tirada al tacho (notesé la che) por el anglicismo anglófilo que con cara anglegical nos viene a embromar, hasta el idioma, de vez en vez y, últimamente, cada dos por tres, o tres por cuatro, da igual porque el dólar sube como falda de puta, con perdón, aunque considero que decir puta es mejor que decir meretriz, que en vez de refinar la palabra, la confunde, con el resultado de que la gente cree que para meretriz se estudia, sin desmerecer claro, a un oficio en el que se empieza, como en todos, de abajo (literalmente) y todo se aprende, dicho sea todo esto, sin internarnos en debates acerca del proceso enseñanza – aprendizaje, que es otro asunto que se tocará más tarde, aunque no sabríamos decirle para qué.
En fin, che, íbamos a hablar de la che, che. No es justo pues, y no nos convencerán de lo contrario, (nótese la hinchazón de la vena en la frente, las cejas en pirámide invertida y los labios mustios: estamos cabreados) que nos quiten una letra tan pintoresca, tan chida, tan canchera, tan solidaria y sugerente, tan chinchosa, pancha, tan chowbisnes, chauvinista y cuchitril, no es justo (lectores del mundo indignaos) que por que así caprichean los gringos tengamos que abstenernos de chupar, challar, chamar, chelear, chinear o ir al chume, cuando todas estas, perversiones cierto, son legítimo derecho de gente como nosotros: changos, chingones, chatos, churros (no siempre ponderados), chamarreros, chancleteros, borrachos, conchasusmadres, k’chichis, cachamozos, chupamedias, cochinos, chantas y choriceros. Y si, como se sabe -lo creían los hebreos, nos los contó Borges-, la palabra hace al concepto y este al objeto, estamos todos jodidos, así que a las trincheras cumpas, defendamos a la che a todo chancho; cho’jñemos, chinguemos, chillemos como birlochas si así lo amerita el curso de la batalla pero no nos dejemos, no nos dejemos che. Chau.
(2004, extraído de las delirantes "The Chinese Adventures", textos escritos bajo la influencia... el dibujito lo bajé de internet, pero me olvidé cambiarle la banderita. No ofense)
4 comentarios:
Soy una lectora ofendida, con ganas de juntar a la chusma y chinchosear hasta conseguir respuestas, recuperemos a la Ch!!!
he reido un monton con este post.
Saludos
Me acabo de dar cuenta que me gustan las reivindicaciones chinchosas. Un post totalmente disfrutable, querido Vadik.
che loco!, pareces viejo chocho, deja de chinchosear, chupate un cacho, chingate una china, chupate un chingo y enchufate una chava, pero estas huevadas tienen que parar. Labura!
Jajajaja, hermano, que churo escribes y que churro tu texto.
Abrazos
Sergio
Mucha cosa sos hermanito. Estoy re escuchando el astronauta, bien!
Haber cuando nos vemos de nuevo, ojalá nuestro país no se vaya a la mierda CHE...(lo siento, es inevitable, che)
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