Cristóbal Colón
Cristóbal Colón “hizo un Homero” muchísimo antes de que Matt Groening naciera en un lugar que se llama a sí mismo América, y que le debe el nombre -ironías de la vida- no a su primer expedicionario, sobre quien se escribe aquí, sino a Américo Vespucio, un pinche lugarteniente. Si nos atenemos a la regla de “yo llegué primero”, este continente debería llamarse Colombia. En fin, Colón no sólo se encerró con la reina Isabel y salió con joyas suficientes para empeñar y compró tres carabelas, sino que también era genovés. A la usanza de su tiempo bautizó a sus embarcaciones La Niña, La Pinta y La Santa María, les puso un sticker en la popa que rezaba “Al verme lloras” y se hizo a la mar, pasando por diversas penurias propias de la época hasta que Rodrigo de Triana avistó tierra un 12 de octubre de 1492. Colón fue asimismo el primer consultor. Presentaba informes de sus viajes -consistentes en indígenas encadenados, ñames y papagayos-, inflaba el presupuesto y voilá!: la Corona le financiaba uno tras otro los viajes, que llegaron a ser cuatro, hasta que se murió, sin saber que no había llegado a las Indias Orientales por atrás, sino a un Nuevo Mundo que se entretenía en erigirle estatuas de bronce donde siempre sale con ese horrible peinado de Brian Jones.
Mario Moreno “Cantinflas”
Nació como quien dice en Santa María La Redonda, vaya usté a saber porque le decían así, ¿verdad? porque no es cosa de decir una cosa y poner otra, o qué, o que traes, no sean montoneros, hombre, no hay derecho, si nomás se las dan de abusivos, pero, hombre, no, pues da coraje. Porque de plano ¿qué? Si hizo más de cincuenta películas para Posa Films, se casó con Valentina Subarev, que al final ni un epitafio en la tumba, ni nomás tantito gracias al difunto. Malagradecidos, muertosdehambre. Uno se mata trabajando, pero van a ver, van a ver, porque la célebre estampa de pantalones caídos y chaleco raído no es cosa como se dice que caiga del cielo, que falta de designorancia, si hasta Don Chaplin lo admiraba, o qué creen, tarugos condenados estos. Curiosamente el personaje que interpretaba este gran actor era siempre pobre pero honrado, ya sea gendarme, bombero, sastre o salvavidas. Cantinflas incursionó en la ciencia y descubrió la fórmula del Carburex. Cuando llegó el technicolor se puso viejo y demagogo aunque sin perder la buena onda. Expiró en 1993, haciendo llorar por primera a toda la gente que lo quería que era mucha.
Edgar Allan Poe
Este caballero de triste estampa se metía de todo mucho antes de que se invente el rock. Inventó el cuento del terror, revitalizó el relato policial y se hizo famoso por ese cuento del mono con navaja. Le tenía terror a los cuervos y a los policías que siempre lo arrestaban por chupar en las calles de Baltimore. Esto no le impidió publicar libros de poemas y de relatos fantásticos, al margen de desempeñarse como editor en Baltimore, Philadelphia y Nueva York, en un tiempo en que estas eran ciudades aburridísimas. Pero a decir verdad le iba como en la guerra: no duraba en los laburos, enfermaba con frecuencia y su matrimonio tuvo un final trágico, cuando su joven esposa falleció en 1847. La amargura que le consumía la vida está retratada con inimitable rigor en su obra. Poe sabía lo que era la oscuridad y la depresión mucho antes de que los góticos y los emos se taparan un ojo con sus peinados de mtv. Y como no podía ser de otra manera se murió, alcoholizado, una madrugada de un domingo de octubre de 1849, con la mirada triste del que ha visto de cerca los abismos de una vida cruel.
Cristóbal Colón “hizo un Homero” muchísimo antes de que Matt Groening naciera en un lugar que se llama a sí mismo América, y que le debe el nombre -ironías de la vida- no a su primer expedicionario, sobre quien se escribe aquí, sino a Américo Vespucio, un pinche lugarteniente. Si nos atenemos a la regla de “yo llegué primero”, este continente debería llamarse Colombia. En fin, Colón no sólo se encerró con la reina Isabel y salió con joyas suficientes para empeñar y compró tres carabelas, sino que también era genovés. A la usanza de su tiempo bautizó a sus embarcaciones La Niña, La Pinta y La Santa María, les puso un sticker en la popa que rezaba “Al verme lloras” y se hizo a la mar, pasando por diversas penurias propias de la época hasta que Rodrigo de Triana avistó tierra un 12 de octubre de 1492. Colón fue asimismo el primer consultor. Presentaba informes de sus viajes -consistentes en indígenas encadenados, ñames y papagayos-, inflaba el presupuesto y voilá!: la Corona le financiaba uno tras otro los viajes, que llegaron a ser cuatro, hasta que se murió, sin saber que no había llegado a las Indias Orientales por atrás, sino a un Nuevo Mundo que se entretenía en erigirle estatuas de bronce donde siempre sale con ese horrible peinado de Brian Jones.
Mario Moreno “Cantinflas”
Nació como quien dice en Santa María La Redonda, vaya usté a saber porque le decían así, ¿verdad? porque no es cosa de decir una cosa y poner otra, o qué, o que traes, no sean montoneros, hombre, no hay derecho, si nomás se las dan de abusivos, pero, hombre, no, pues da coraje. Porque de plano ¿qué? Si hizo más de cincuenta películas para Posa Films, se casó con Valentina Subarev, que al final ni un epitafio en la tumba, ni nomás tantito gracias al difunto. Malagradecidos, muertosdehambre. Uno se mata trabajando, pero van a ver, van a ver, porque la célebre estampa de pantalones caídos y chaleco raído no es cosa como se dice que caiga del cielo, que falta de designorancia, si hasta Don Chaplin lo admiraba, o qué creen, tarugos condenados estos. Curiosamente el personaje que interpretaba este gran actor era siempre pobre pero honrado, ya sea gendarme, bombero, sastre o salvavidas. Cantinflas incursionó en la ciencia y descubrió la fórmula del Carburex. Cuando llegó el technicolor se puso viejo y demagogo aunque sin perder la buena onda. Expiró en 1993, haciendo llorar por primera a toda la gente que lo quería que era mucha.
Edgar Allan Poe
Este caballero de triste estampa se metía de todo mucho antes de que se invente el rock. Inventó el cuento del terror, revitalizó el relato policial y se hizo famoso por ese cuento del mono con navaja. Le tenía terror a los cuervos y a los policías que siempre lo arrestaban por chupar en las calles de Baltimore. Esto no le impidió publicar libros de poemas y de relatos fantásticos, al margen de desempeñarse como editor en Baltimore, Philadelphia y Nueva York, en un tiempo en que estas eran ciudades aburridísimas. Pero a decir verdad le iba como en la guerra: no duraba en los laburos, enfermaba con frecuencia y su matrimonio tuvo un final trágico, cuando su joven esposa falleció en 1847. La amargura que le consumía la vida está retratada con inimitable rigor en su obra. Poe sabía lo que era la oscuridad y la depresión mucho antes de que los góticos y los emos se taparan un ojo con sus peinados de mtv. Y como no podía ser de otra manera se murió, alcoholizado, una madrugada de un domingo de octubre de 1849, con la mirada triste del que ha visto de cerca los abismos de una vida cruel.
1 comentario:
Colón: Sus cenizas están en la catedral de La Habana. qué tal?
Cantinflas: laa bikiiiiina...
Poe: Nunca más, Nunca más...
PD.- Te dejé un comentario a tu comentario en mi blog.
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